Oficios antiguos en Búger
Hoy os vamos a hablar de 2 oficios antiguos en Búger, ya extinguidos en Mallorca, porque ya casi todo se produce en grandes fábricas y no artesanalmente.
Actualmente muchos puestos de trabajo van ligados a las nuevas tecnologías: informática, telefonía, sistemas digitales… Y en general, en esta sociedad del S XXI, cada vez lo más predominante es el sector servicios.
Pero en otros tiempos la agricultura y la producción artesana eran lo realmente importante. La gente tenía oficios para solventar las necesidades cotidianas, del día a día, y en ello se empleaban.
El antiguo oficio de CUCHARERO
Si, difícil creerlo, pero cucharero era antiguamente un oficio. Porque las cucharas y tenedores se hacían a mano y de madera.
El pueblo que destacaba en Mallorca en esta actividad es uno muy pequeñito, Búger, de apenas 1000 habitantes y que en sus buenos tiempos tenía hasta 15 “Mestres cullerers” en activo.
Las maderas que se empleaban eran varias, pero sobre todo la del pino y la del naranjo. Para hacer una pieza se tardaba más o menos una hora, aunque no se podía hacer todo seguidamente.
Para conseguir una cuchara había que empezar con madera verde, ya que era más fácil de trabajar. Después había que dejar que se secase y entonces se podía hacer el hueco y forma propia de cuchara. Además de otras, una herramienta fundamental para hacer cucharas era la xapeta, que servía para vaciar la madera. Era de diferentes tamaños según se quisiera sacar una cuchara, una cucharita o un cucharón.
Para los tenedores la herramienta principal era el xorrac, que servía para hacer sus características púas. Tanto cucharas como tenedores se remataban con limas y papel de lija para un acabado más suave.
El antiguo oficio de PICAROLER
Esta palabra en mallorquín designa al artesano que se dedicaba a hacer los picarols (cencerros) para los animales, principalmente ovejas y cabras, pero también para las vacas.
El pueblo de Búger también destacaba en este oficio, aunque hoy en día también está prácticamente extinguido. El trabajo no era muy difícil, pero era muy laborioso, y cada maestro tenía sus secretos que guardaba celosamente.
Para hacer un picarol primero se marcaba una plancha de hierro, utilizando unas plantillas de diferentes tamaños según se quisiera. Después se cortaba, se moldeaba su forma, se le hacían los agujeros para colgar y se le hacía y ponía el batai (badajo). El batai era lo más difícil de hacer, porque si no estaba bien hecho no sonaba bien.
Pero lo que era fundamental era el cagaferro, que era un barro especial hecho de tierra y vegetales del mar recogidos de la playa. Con este barro se cubría el picarol al meterlo en el horno para darle el acabado. Era importantísimo para que al ponerse al rojo vivo, el metal no se rompiera ni crujiera. Este era el gran secreto de cada maestro, la fórmula del cagaferro.
El resultado final, el cencerro, tenía diferentes tamaños, y también diferentes nombres, según sus usos: esquella (vacas), picarol gros, quatre sous (ovejas), quinze doblers, y el más pequeño de todos el picarol petit …
La vida ha cambiado mucho desde que estos oficios antiguos eran tan necesarios. Hoy está todo industrializado y todos estos productos se han abaratado enormemente, haciendo que finalmente estos artesanos hayan desaparecido en nuestra isla.
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