Contrabando en Mallorca
La guerra civil española (1936-39) fue muy dura y dejó nuestro país arruinado. La posguerra fue casi peor, porque coincidió con la II Guerra mundial a la que siguió una etapa en la que España estuvo muy aislada. Así que, aunque no era una actividad nueva, los años 40, 50 y 60 fueron la época gloriosa del contrabando. ¿Aventura? ¿Negocio? Una mezcla de ambos. En este post os hablaremos del contrabando en Mallorca.
¿Un contrabandista, qué es?
Pues fundamentalmente una persona dedicada a la importación y comercio clandestino de mercancías escasas, prohibidas o muy delimitadas por la ley, casi siempre porque están sujetas a altas tasas o a permisos oficiales. A veces se les llamó también estraperlistas, aunque quizás esta palabra se refería más a un comercio a nivel nacional y a pequeña escala.
¿Que vendían los contrabandistas?
Lo más típico siempre fue el tabaco, pero también otros artículos de necesidad básica como harina, azúcar, café, arroz, aceite, ropas o medicinas. Mercancías más sofisticadas pero escasas, como relojes, radios o piezas para motores eran un buen negocio. Lo más habitual era traer todas estas cosas en barca, desde Gibraltar, Tánger o desde el norte de Africa en general, ya fuera Marruecos o Argelia.
El contrabando en Mallorca – Anar de tabac
Ya hemos mencionado que el producto estrella era el tabaco, y por eso los contrabandistas, le llamaban a su actividad “anar de tabac”. Aunque este comercio era ilegal y de alguna manera suponía un perjuicio a las arcas del estado, los que se dedicaron a esto consideran que también ayudaron a aquella sociedad tan precaria. Traer medicinas, y especialmente la penicilina, ayudó a salvar muchas vidas.
Así funcionaba el contrabando
Todo se iniciaba con el viaje a Gibraltar o al norte de Africa, con una nave grande, una barca de bou por ejemplo. O mejor si era más grande y más rápida, como la que tenia la Companyia de Sa Vall, el Dédalos, que medía más de 37 metros de eslora. En cada viaje además de otras mercancías se podían traer hasta 20.000 cartones de tabaco, normalmente tabaco rubio americano (Winston, Chesterfield). Dependía de la companyía, pero la zona preferida para descargar era el Levante de la isla (Santanyí, Ses Salines….) ya que aunque la costa nord (la Tramuntana) también era utilizada, era más escarpada y difícil, y el mar era muchas veces mucho más fuerte.
Todo se hacía de noche, aprovechando la oscuridad, rápido y sin ser vistos. Tras las señales, había que acercarse a la barca grande en barcas pequeñas, normalmente llaüts y acercar los sacos o cajas hasta la orilla. Allí esperaban los traginers que tenían que transportar los bultos. Podían ser entre 10 y 20 hombres, gente del pueblo más cercano y que en una noche podían ganar mucho dinero con este trabajo. Un trabajo duro, pues una caja de tabaco pesaba 16/17 kilos, pero un saco de harina, de azúcar o de café podía ser de hasta 80 kilos. Según la zona de descarga, después había que caminar varias horas por el monte, para llevar la mercancía a su escondite y que al salir el sol se hubiera acabado todo sin levantar sospechas.
La discreción y la confianza eran fundamentales porque aunque en los pueblos era un secreto a voces, siempre había delatores que colaboraban con la policía a cambio de dinero. Pero por otro lado, los contrabandistas siempre tenían sobornados a diferentes carabineros y agentes de la Guardia Civil para que hicieran la “vista gorda”. Los sueldos y condiciones de vida eran míseros y en esa época, lo importante para todo el mundo era poder sobrevivir.
Una vez que la mercancía estaba a buen recaudo, las companyias ya tenían sus redes de distribución. Tenían varios vehículos, normalmente coches ingleses usados, también traídos de Gibraltar, a los que ponían matrículas de otros coches nacionales y que hacían servir para el reparto. De la misma manera, se tenía un acuerdo con una imprenta que se encargaba de hacer sellos y cintas para que los paquetes parecieran los oficiales de la compañía Arrendataria (Tabacalera).
Las actividades no acababan en Mallorca, pues a través del vapor correo de Trasmediterránea se hacía llegar clandestinamente mercancía hasta Barcelona. Y por si todo esto pudiera parecer fácil, los contrabandistas mallorquines también iban ¡hasta Albania! para proveerse de tabaco rubio americano. Winston había instalado allí una fábrica.
El contrabando en Mallorca generaba dinero a espuertas
Y el dinero, ¿qué se hacía con tanto dinero generado? Pues se depositaba en Andorra o se invertía aquí en Mallorca, en fincas, restaurantes, complejos inmobiliarios, hoteles o industrias agroalimentarias. Era la mejor manera de pasarse al otro lado de la ley y tener una actividad “normal”.
Contrabandistas famosos
Algunos contrabandistas hicieron grandes fortunas, todos en Mallorca conocemos a Juan March, creador de la Banca March, a Antonio Fontanet de Piema y Cafés Rico, o a Jaume Moll de la compañía hotelera Royaltur. Gracias al contrabando pudieron levantar grandes imperios económicos. Otros no tuvieron tanta suerte o tan buen hacer y acabaron en la cárcel.
A medida que España fue prosperando y la economía fue normalizándose, los contrabandistas en Mallorca fueron dejando esta actividad. Esta época de aventuras y riesgo prácticamente desapareció ya en los años ’70.
Nuestro amigo Nofre Moyá, es el realizador del documental “Anar de tabac” (producida por Pedro Barbadillo). Es en versión original (mallorquín), os la recomendamos especialmente y puedes visionarla aquí:
Gran parte del tabaco de contrabando se traía desde Argelia, y las relaciones con Mallorca iban más allá del tráfico comercial. Si quieres saber más, sigue el enlace: Sobrasada Pied-noir