El verano pide... ¡helados!
Publicado el / por Productes de Mallorca / en Oficios

El verano pide… helados

El verano

Ya lo decía mi abuela cuando llegaba el calor, que el verano pide helados. Poneos en situación… mes de Julio en Mallorca, 36 ºC grados de calor, difícil estar sin aire acondicionado, o al menos, con un buen ventilador.

El sudor te empapa la frente, la sed aprieta… abres la nevera, y ahí está, una cerveza bien fresquita. También hay frutas, refrescos, agua… incluso algunos helados en el congelador.

Lo normal en cualquier hogar, en 2019

Pero lo que hoy se considera como algo normal, hace 200 años no lo era… pues no había ni neveras ni congeladores,  al menos como las conocemos hoy en día.

Los “Nevaters”

Sin embargo en Mallorca sí que había helados y también hielo para diferentes usos… ¿cómo era ésto posible? Pues gracias a la dedicación de unas personas, los “Nevaters”, hoy un oficio ya desaparecido.

Al parecer, desde el siglo XIV ya existía la costumbre en las montañas de la “Serra de Tramuntana” de aprovechar las cavidades naturales para construir una “casa de neu”.

Cuando en los meses de invierno nevaba, los operarios subían a la montaña y con palas,  cubos, cestos y todo lo que se tuviera a mano, se recogía la mayor cantidad de nieve y se almacenaba en la “casa de neu”. La nieve se pisaba intensamente hasta convertirla en hielo y una vez llena la casa, ésta se cubría para que el frío aguantase al máximo durante meses.

En primavera y verano se subía nuevamente a la montaña,  se recogían los bloques de hielo y lo más rápidamente posible, se llevaban a Palma, a veces incluso de noche para evitar el calor.

La nieve, una industria

Este “oro blanco” fue una auténtica industria en la Serra de Tramuntana y se han contabilizado hasta 42 de estas construcciones para el almacenaje de nieve. Esta actividad duró hasta los años ’20 cuando en Inca se instaló una fábrica de hielo que abastecía a toda la isla.

 

No sé qué opináis vosotros, si el verano pide helados o mejor otra cosa. Yo si creo que si hoy en día un helado es una delicia, poderse comer uno hace 200 años debía ser un auténtico placer de Dioses.

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