Origen de los molinos de Mallorca
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Origen de los molinos de Mallorca

El origen de los molinos de Mallorca. Los primeros molinos que verás al llegar en avión a Mallorca son los del Plà de Sant Jordi. Hacen una bonita estampa, pero … ¿conoces su origen?

¿Sabías que existe una relación entre esos molinos y el famoso Palo de Mallorca?

 

Origen de los molinos de Mallorca, en el Plà de Sant Jordi

El Plà de Sant Jordi, está situado junto al aeropuerto de Palma y a escasos kilómetros de la antigua muralla que circundaba la ciudad. Fue siempre una zona húmeda, pantanosa, de agua salobre, en la que abundaban los mosquitos y los malos olores. Constituía un foco de cría del mosquito llamado anopheles, que propagaba la enfermedad de la malaria o paludismo.

A mediados del siglo XVII, la condesa de Chinchón, virreina de Lima cayó enferma de las fiebres. Un jesuita le suministró polvo de la corteza de la planta Quina (Cinchona Officinalis), que utilizaban los indios y la curó. Ella hizo llegar algunas ramas a Europa y allí se comprobó que el remedio era efectivo.

Los polvos de la corteza de la quina se suministraban con azúcar y se conservaban en alcohol. Años más tarde acabaron constituyendo un magnífico aperitivo, que en Mallorca se llamó “Palo”, por su origen, al provenir de la corteza del Palo de Quina, originario de la Amazonia.

Cuando a finales del siglo XVIII se descubrió la relación entre las fiebres tercianas (intermitentes), que era como llamaban a los efectos más evidentes del paludismo, y  las tierras inundadas por ser foco de la enfermedad. Se decidió desecar la zona con ayuda de molinos de viento y canales que desviaban el agua al torrente. Los molinos serían utilizados después para sacar agua y regar las productivas tierras de cultivo que habían quedado tras la desecación.

 

La relación de los molinos con el Palo

El Palo es una bebida tradicional de Mallorca que se obtiene mediante maceración y/o infusión de la corteza de quina y de raíces de genciana con azúcar, sacarosa caramelizada y alcohol etílico. La fórmula ha ido adaptándose a las necesidades del uso, teniendo menos extracto de Quina y Genciana y más azúcar y alcohol al convertirse en un componente indispensable del aperitivo mallorquín.

Tiene un sabor dulce, acompañado del ardor del alcohol que se diluye entre los sabores de los extractos de las plantas y el azúcar caramelizado.

Con motivo de proteger el nombre geográfico de Palo de Mallorca, en 1993 se aprobó el Reglamento de la Denominación Geográfica, que certifica que la bebida se produce en la Isla.

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